El adjetivo

Repasa un poco la teoría sobre el adjetivo:


Las preposiciones

Observa este vídeo para entender por qué necesitamos las preposiciones:


Ejercicios para completar con preposiciones:

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10

Ejercicios para completar textos:

1, 2 y 3

Ejercicio para trabajar con verbos que siempre llevan después una preposición:

1





Narraciones extraordinarias

Lee estas narraciones:

Relato de los indios winnebagos de Wisconsin
«No sabemos en qué condición se hallaba nuestro padre cuando empezó a tomar conciencia. Movió su brazo derecho y luego su brazo izquierdo, su pierna derecha y luego su pierna izquierda. Empezó a pensar lo que tenía que hacer y por fin empezó a llorar, las lágrimas fluían de sus ojos y caían ante él. Al poco tiempo miró ante sí y vio algo que brillaba. Aquello brillante eran sus lágrimas, que fluían y forma­ban las aguas que vemos… El hacedor de la tierra empezó a pensar de nuevo. Y pensó: ‘Es así, cuando deseo una cosa, se hará como yo deseo, del mismo modo que mis lágrimas se han convertido en mares’. Así pensó. Y deseó la luz, y se hizo la luz. Y pensó lue­go: ‘Es como me suponía, las cosas que he deseado han empezado a existir tal como yo quería. Pensó entonces y deseó que existiera la tierra, y la tierra empezó a existir. El hacedor de la tierra la contempló y le gustó, pero la tierra no se estaba quieta… (Unavez que la tierra se aquietó) pensó en muchas cosas como empezaron a existir según él deseaba. Entonces empezó a hablar por primera vez. Dijo: ‘Puesto que las cosas son tal como yo quiero que sean, haré un ser semejante a mí’. Y tomó un poco de tierra y le dio su semejanza. Habló entonces a lo que acababa de crear, pero aquello no le respondió. Lo miró y vio que no tenía entendimiento o pen­samiento. Y le hizo un entendimiento. De nuevo le habló, pero aquello no respondió. Lo volvió a mirar y vio que no tenía lengua. Le hizo entonces una lengua. Le habló otra vez y aquello no res­pondió. Lo volvió a mirar y vio que no tenía alma. Le hizo, pues, un alma. Le habló otra vez y aquello pareció querer decir algo. Pero no lograba hacerse entender. El hacedor de la tierra alentó en su boca, le habló, y aquello le respondió».
Los Hombres Serpiente
Veinte guerreros volvían a su casa, luego de guerrear. Iban agotados y hambrientos. Esto determinó que se dispersaran en busca de alimento. Uno de los guerreros, apoyando su oído en tierra dijo que escuchaba una manada de búfalos acercándose. Se prepararon entonces a cazarlos, mientras la manada se acercaba rápidamente. El jefe estaba a la cabeza del grupo emboscado, esperando que aparecieran los primeros animales; pero su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que el ruido no era producto del avance de muchos búfalos, sino que en realidad lo hacía una enorme serpiente, cuyo crótalo tenía el tamaño de la cabeza de un hombre.

El terror lo paralizó, pero finalmente logró apuntar su flecha matando al monstruo. Sus compañeros estaban tan sorprendidos y aterrorizados como él, pero como el hambre era muy fuerte finalmente decidieron cocinarla y comerla. Todos participaron del banquete, menos un niño, que se negó rotundamente a comer la carne de la serpiente, a pesar de que todos aseguraban que era tan sabrosa como la del búfalo.

Después de la abundante cena los indios se acostaron alrededor de una fogata y se durmieron. En mitad de la noche el jefe despertó, descubriendo horrorizado que todos sus hombres se habían convertido en serpientes, y que él mismo ya era mitad ofidio mitad hombre. Reunió a sus hombres y todos se acercaron rodeando al niño que no había comido de la serpiente muerta. El pequeño se echó a llorar pensando que las serpientes lo iban a atacar, pero ellas lo tranquilizaron y le dieron todos sus amuletos y pertenencias. A pedido de los transformados juntó todos los obsequios en una bolsa que depositó en la cima de una colina cercana, debajo de unos árboles. Luego, las serpientes le pidieron que volviera al poblado para alertar a los demás de la suerte corrida por los guerreros, y el niño así lo hizo.

Antes de retirarse las serpientes dieron al niño un mensaje para sus parientes: que serían visitados en el verano todos los parientes de los guerreros-serpiente, y que esperaban que todos se presentaran. Pasaron los meses y llegó el verano. La tribu entera se preparó para la visita de los parientes transformados. El encuentro tuvo lugar en las afueras del pueblo. Allí todos se sentaron, y las serpientes disfrutaron de la compañía de sus seres queridos, quienes les habían traído sus caballos y todas sus pertenencias. Cuando llegó el invierno las serpientes desaparecieron llevando consigo sus caballos y sus posesiones, y nunca más las vieron.